Señor Director:
"Lamentablemente, en la Argentina , los tentados por la idea de consagrar el peso como un símbolo patrio son una minoría. Gracias a décadas de inflación, y a diferencia de lo que ocurre en otras latitudes, aquí el origen de la moneda de referencia carece de significado. Los sentimientos más antinorteamericanos pueden convivir con la fe en el dólar sin que nadie lo encuentre contradictorio, y al nacionalista criollo más acérrimo le parecería absurdo aferrarse a una moneda que, sobre la base de experiencias históricas y hasta hoy, sólo le ha producido dolores de cabeza. Persiste la sospecha de que luchar contra la manía nacional por el dólar equivale a revelarse contra la ley de gravedad.
"Hoy la inflación es un problema creciente y hay presiones cambiarias con una dolarización generalizada que amenaza con marcar un récord. Es tarea de este gobierno, pese al disimulo con que los empresarios pretenden una devaluación, lograr por medio de la persuasión encauzar la economía con medidas más implacables que las manifestadas hasta hoy. Caso contrario, la gente superará todos los obstáculos que le pongan en su camino para pasarse al dólar cuanto antes, frustrando de esta manera hasta el plan económico mejor concebido. Si observamos la habilidad política con que la Presidenta se ha manejado en los últimos tiempos, no habría por qué dudar de que es capaz de hacerlo."
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